Han buscado en fosas, morgues y todos lados posibles, la desaparición de uno de los suyos ha sido debastador para su familia.
¿Se ha preguntado qué es lo que vive la familia de un desaparecido?, la historia de Santiago podría dar algunas respuestas, pues durante cuatro años sus familiares cambiaron completamente su estilo de vida para dedicar gran parte de ella a localizarlo.
El 01 de mayo de 2017 Santiago se había quedado de ver con su esposa en el Jardín Botánico ubicado frente al Viejo Hospital Civil, en ese lugar, frente a la mirada de su pareja y niña de dos años, a plena luz del día, unas personas desconocidas que viajaban a bordo de una camioneta tipo Van, lo privaron de la libertad.

De inmediato los familiares interpusieron la denuncia correspondiente y dieron detalle de los hechos a la autoridad, sin embargo, los días comenzaron a transcurrir y la información sobre Santiago no llegaba.
Tras dos meses de la desaparición la familia se enteró de la localización dos cuerpos mutilados en el municipio de Tlajomulco, se trataba de dos vecinos de la colonia “El Retiro” que además fueron privados de la libertad el mismo día que Santiago, por lo que el pensamiento natural fue que podría estar muerto y sería cuestión de días para que sus restos fueran localizados.
Los meses se convirtieron en años pero el pesar, la frustración e incertidumbre se mantenían, hemos tenido que ir a las fosas a preguntar por los cuerpos que encuentran, “también fuimos al Semefo a que nos tomaran muestras de ADN y dijeron que si salía un cuerpo compatible nos avisaban”.
A cada miembro de la familia le ha afectado de manera distinta la desaparición de Santiago, “a mi mamá hace dos años le dio un pre infarto y a mi papá de dio una parálisis facial y su lado derecho se le enchueco, dejó de trabajar un tiempo para entrar en rehabilitación y poder recuperar la movilidad normal de su cara”, agregó una de sus hermanas.
Las lagrimas en los ojos de su familia son frecuentes invitadas involuntarias, no saber qué ha pasado con él, si se encuentra vivo o muerto, si se alimenta de manera adecuada, si sufre algún daño o tortura, las preguntas son muchas y las respuestas escasas.

La comunicación con las autoridades cada vez ha ido a menos, “la última vez que nos dijeron algo de la fiscalía fue hace como ocho meses, eran dos chicas que nos dijeron que la carpeta seguía abierta y que lo seguían buscando”, explicó una de las hermanas de Santiago.
Santiago es el mayor de cuatro hermanos, con su desaparición dejó a una esposa que tras cuatro años ha decidido rehacer su vida, también a una pequeña que en aquel fatídico 2017 tenía dos años de edad y que ha crecido sin el hombre que la abrazó por primera ocasión al llegar a este mundo.
A Santiago le sigue buscando su familia, los extrañan y esperan el día en que puedan saber su paradero puedan cerrar el capitulo más desagradable que han enfrentado y el que jamás pensaron que iban a vivir, la desaparición de uno de los suyos.
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