Localizarlo ha sido tan tortuoso como su desaparición, 16 meses en Semefo

Salvador tenía 28 años cuando desapareció, a él lo encontraron fue sin vida en 2020, pero no familia no lo ha podido sepultar.

Aunque se trataba de un lugar en la ciudad donde creció, la realidad es que Salvador parece haber estado en el lugar y momento equivocado, a él lo agarraron supuestos sicarios en Tlajomulco, cuando llegaba a trabajar, relata su madre; al parecer vio algo que no debía y por ello “lo levantaron”.

“Nosotros hemos ido indagando. al parecer se fue a Santa Fe, y de regreso iba llegando a una casa donde había un grupo de encapuchados que estaban levantando gente, y cuando los vio quiso correr y ahí fue cuando lo agarraron y se lo llevaron”, Explicó la Sra. Consuelo.

A Salvador, su familia lo buscó desde el 19 de octubre del 2019, pasaron los días, las semanas y los meses, hasta que en 2020 recibieron una llamada que les daría noticias sobre él, aunque no eran las que ellos esperaban.

“Lo encontraron en la fosa de El Mirador (en Tlajomulco) el 8 de febrero nos llamaron de la Fiscalía, nos dijeron que ya lo habían encontrado, lo identificaron por un tatuaje que tenía su apellido Munguía”.

Desde esa fecha, Consuelo acude todos los días a las instalaciones del Servicio Médico Forense con la esperanza de que le entreguen el cuerpo de Salvador, quien llegó a ese lugar desde el pasado 31 de enero del 2020.

Su madre dice estar muerta en vida, no solo por saber la manera en como fue localizado, sino por el largo y desgastante proceso que debe seguir para poder recuperar sus restos y así darle sepultura.

“Es mi calvario, para mi esposo, para mis otros hijos, para mí como madre, es una angustia que me tienen muerta en vida, que no me entreguen a mi hijo a pesar de saber que aquí está, el año pasado aquí vivió su cumpleaños, y al parecer este año va a ser igual”.

El caso de Salvador ha lastimado el ánimo de su familia, pero también ocasionó problemas económicos y de salud, pues ahora sus padres y hermanos deben acudir a terapia, para superar este trago amargo, “mis hijos han caído en depresión, nosotros somos muy unidos y nunca pensamos pasar por todo lo que estamos sufriendo, mis hijos y yo debemos tomar medicamentos, ir a terapia”.

Consuelo lleva casi dos años esperando recuperar a su hijo, en un proceso que de inicio le dijeron sería corto, pero que al paso de los días ya se convirtió en un martirio, “Me dijeron que el proceso de descalcificación de huesos tardaba de tres a cuatro meses, me dijeron que no me desesperara y ya van a ser dos años y aún no me lo dan”.

Consuelo, sólo desea que su calvario termine pronto, y aunque sabe que su vida no volverá a ser como antes, sólo quiere encontrar “consuelo”, en ese hijo que durante 28 años le sacó sonrisas y le dio la dicha de ser madre y abuela de tres pequeñas niñas.

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